10 de septiembre de 2011

¡Aaaaaaaah!


Totò Tarzan (1950), Mario Mattòli

Dedicado al Abuelito, rey de la selva

Todo lo que la comedia tiene de disolvente encuentra acomodo en Totò Tarzan. Al menos, en la primer parte de Totò Tarzan, que es la que tiene alguna relación con el personaje de Edgar Rice Borroughs objeto de la parodia.


Un Tarzán autárquico
Totò ya había visto las posibilidades paradójicas de encarnar al hombre de la jungla con músculos de acero. En 1939 escribió e interpretó la fantasía musical “L’ultimo Tarzan”, cuyo planteamiento coincide con el de la película: pareja de exploradores acompañados de una fémina que encuentran a este Tarzán enclenque y se lo llevan a la civilización.


En el escenario, la civilización es Nueva York, en uno de cuyos apartamentos de la buena sociedad se desarrolla el segundo acto, una vez superado el prólogo selvático. Algunos chascarrillos se trasladarán inalterados a la película. Cuando a Totò-Tarzán le preguntan cuántos años tiene, contesta:

-Cuatro eclipses, dos riadas y un pediluvio.
-¡Eso no puede ser!
-No los aparento. En la selva todos creían que tenía dos pediluvios menos.


Otras humoradas, producto de su tiempo, no encuentran acomodo en una cinta rodada en muy distintas circunstancias. Como el largo diálogo que en la obra hacía referencia a la autarquía económica promovida por el fascismo y que ya fuera severamente censurada cuando la revista llegó al escenario. A los ojos de los “civilizados” este Tarzán es el auténtico autárquico.


La película arranca con una expedición africana en toda regla, con sus porteadores temerosos, sus elefantes de archivo y sus malvados de tebeo dispuestos a cazar al “mono blanco”, que es el heredero de la fortuna del barón Della Bufas. La bella Iva (Marilyn Buferd), que les acompaña, servirá de señuelo para que el hombre-mono caiga en la trampa.


Totò-Tarzán vive tranquilo y feliz en la selva, en compañía del gorila Bongo (Rino Tognaccini). Ambos reciben a los exploradores a cocazos. Pero, ah, los encantos de Iva son irresistibles para este hombre de la selva enclenque y cubierto con una piel de leopardo. Inexplicablemente, la cola tiene vida propia y se yergue cada vez que una criatura del sexo opuesto se aproxima. ¡Atavismos!


El grito de Totò-Tarzán no es la modulada llamada de la selva sino un auténtico aullido, expresión primitiva de alegría, de peligro, de miedo, de placer… Todo cabe en este grito, que quiebra extemporáneamente la proverbial fluencia verbal de Totò. Al principio se expresa mediante sonidos guturales. Cuando Iva le tienta, recurre a la muletilla: “Yo Tarzán, tú buona” (Ettore Scola recuerda este chascarrillo como uno de sus primeros trabajos como “negro” de Metz y Marchessi). Pero en cuanto debe enfrentarse a la “civilización” -o sea, el teléfono, el ventilador, la luz eléctrica, los grifos por los que sale agua caliente y fría…- Totò recupera inmediatamente su capacidad para distorsionar el lenguaje.


Sobre la piel de leopardo, un impermeable transparente. Bombín y un collar de perro completan su indumentaria. Pero sus pulsiones siguen siendo primitivas a más no poder. Levanta la falda a una clienta del hotel y desnuda a la maestra (Luisa Poselli) que debía de enseñarle modales. Más chocante resulta hoy el que la censura pasase por alto el seno desnudo de Adriana Serra –Miss Italia 1941 y actriz en la compañía teatral del príncipe De Curtis- cuando Totò-Tarzán la ve con un abrigo de leopardo.


Querido Bongo: esto es la civilización
Habrá quien no vea en todo esto más que una rijosidad trasnochada, pero la capacidad de Totò y Mattòli para poner patas arriba cualquier atisbo de normalidad no pasa inadvertida: mangueras, puertas giratorias, duchas que se toman por teléfonos… cualquier objeto de uso cotidiano se convierte en instrumento del caos y la anarquía. La mayoría de las secuencias se resuelven en una barahúnda de gritos, bofetadas y golpes. Y, por si todo ello no fuera suficiente, Bongo acostumbra a presentarse en cualquier lugar haciendo añicos la ventana.

—Querido Bongo —dice melancólico Totò—, esto es la civilización: tienes todo lo que no quieres cuando no lo necesitas.


La segunda parte es más irregular. Son cuatro o cinco escenas largas, inconexas. Una de ellas, la del entrenamiento de los superparacaidistas del Grupo de Comandos de las Naciones Asociadas parece provenir de no ya de otro guión sino de otro universo. Totò no tiene aquí nada que ver con Totò-Tarzán, aunque sirve de enlace con el resto la burla de toda autoridad.


La escena del Campamento del Círulo Totòtarzanista es poco más que un sketch de revista, con su cancioncilla pegadiza y sus bellezas sonrientes. Entre ellas, la tristemente célebre Anna Fallarino y una debutante Sofia Scicolone, más adelante Sofia Lazzaro y, finalmente, Sophia Loren. Es la del extremo derecho.

De Rino Tognaccini, el hombre embutido en el disfraz de gorila, no tenemos más noticias.


Totò Tarzan (1950)
Producción: Cinematografici Distributori Independenti (IT)
Director: Mario Mattòli.
Guión: Vittorio Metz, Marcello Marchesi, Age y Scarpelli.
Intérpretes: Totò (Antonio Della Bufas “Totòtarzan”), Marilyn Buferd (Iva), Mario Castellani (Stanis Martínez), Tino Buazelli (Spartaco), Vinicio Sodia (el barón Rosen), Alba Arnova (Sonia), Vira Silenti (Dora), Bianca Maria Fusari (Marta), Adriana Serra (Giacomina Roy), Luigi Pavese (el abogado), Luisa Poselli (la maestra), Giuglielmo Barnabò (el coronel), Sofia Loren (una de las del Círculo Totòtarzanista) y Rino Tognaccini (Bongo)

2 comentarios:

El Abuelito dijo...

Vista y disfrutada, cuánto se les agradece... Es cierto que la primera parte es más redonda, sobre todo para los fans como yo a quienes remite a Tarzán en New York, pero la verdad es que las beldades del campamento Tototarzanista compensan cualquier inconveniente...
¡¡Rey de la Selva!! ¡¡Qué honor!!

Sr. Feliú dijo...

Honor merecido.

¡Loor y prez al monarca!

sus nietos