19 de enero de 2013

De Pamplinas a Canuto Cuadratín: Keaton en los platós sonoros de M-G-M



Free and Easy / Estrellados (1930), Edward Sedgwick

El cambio tecnológico que supone la transición al sonoro entre 1928 y 1929 es un petardo en el culo de Hollywood. El negocio se revitaliza en tiempos de profunda crisis económica y los espectadores acuden ansiosos a presenciar el nuevo espectáculo, pero el proceso no tiene marcha atrás. Además, existe el gran inconveniente del mercado no doméstico, fuente importantísima de ingresos. Francia, Alemania, Italia… podrían recuperar el terreno perdido en los últimos años si son capaces de producir películas sonoras. Pero, sobre todo, está el inmenso mercado hispanohablante. Aún no existe la posibilidad de doblar: el sonido debe ser registrado en directo en el estudio.

Aprenda español en dos semanas
La alternativa son las nuevas versiones hispanas de éxitos probados por las que la Metro-Goldwyn-Mayer apuesta desde el principio. Cójase, por ejemplo, The Big House (1930), encárguese la traducción a un escritor español, aprovéchense los planos generales del motín de los presos en la película matriz y, con una moviola en el plató, reprodúzcanse plano a plano las escenas dialogadas con Juan de Landa en el papel de Wallace Beery y José Crespo en el de Chester Morris. ¿Resultado? El presidio (1930), cinta de notable éxito de crítica y público tanto en España como en Hispanoamérica.


Pero qué pasa cuando la estrella es insustituible. Se pueden buscar clones de actrices de Broadway en los escenarios del resto del mundo. Hay una Claudette Colbert hispana, un Chevalier español… Un puñado de actores latinoamericanos asentados en Hollywood pueden rodar en los dos idiomas sin problemas. Pero, ¿qué hacemos con los reyes de la comedia, cuyo ritmo y estilo son insustituibles, con los Laurel y Hardy, con los Keaton? Pues ponerlos a hablar español. Que se aprendan los diálogos fonéticamente y rueden la escena primero en inglés con el reparto original y luego en español con el elenco hispano.


Así es como Free and Easy se convierte en Estrellados y Elmer J. Butts, el personaje que Keaton asumirá en esta rencarnación sonora, en Canuto Cuadratín. La invención ha de atribuirse a Salvador de Alberich, traductor del guión original, adaptador de los retruécanos verbales y supervisor en el rodaje de la interpretación de los actores hispanos, puesto que de la dirección de ambas versiones se encarga Edward Sedgwick.

Elmer J. Butts
Keaton encarna a Elmer J. Butts, un comerciante de un pueblecito de Kansas, que acompaña a la miss local (Anita Page) a Hollywood como agente, aunque tiene que soportar el continuo maltrato de una madre despótica (Trixie Friganza).


La Metro aprovecha esta trama para mostrar sus nuevos estudios sonoros, el trabajo con la orquesta en sus nuevos platós sonoros y a algunas celebridades como Fred Niblo o Cecil B. DeMille. Mientras ellos charlan, Elmer intenta colarse en la conversación para no ser expulsado por el policía del estudio, en una metáfora involuntaria de la situación de Keaton en el estudio de Leo, el león.


Por lo demás, ya conocen ustedes el argumento del pez fuera del agua: un metepatas que va arruinando escenas, efectos especiales y figuraciones hasta que alguien descubre que es un estupendo actor cómico. La madre resulta idónea para darle la réplica como mujer implacable y la miss de Kansas, que nunca ha querido ser actriz, termina casándose con el galán hollywoodense.


Por el camino, la posibilidad de hacer un somero censo del tipo de producciones que se estilaban en aquel momento de transición: de la farsa de dormitorio en la que aparece Lionel Barrymore como director hasta la opereta que dirige Fred Niblo; de la película de aventuras derivada del serial con la heroína (de nuevo Dorothy Sebastian) a punto de saltar por los aires por la explosión de un barril de pólvora al musical excéntrico que ruedan Elmer y Ma Plunkett.


El registro, ya lo hemos dicho, fluctúa más que la Bolsa de Valores. Además de sus clásicas caídas y de una dolorosa escena en que una sucesión de matronas lo zarandean, lo vapulean y lo pisotean, Keaton se ve obligado a interpretar escenas románticas y alguna otra sentidamente dramática. Por suerte, hay hacia el final un par de rutinas musicales que alivian algo el tono del conjunto y sirven a Keaton para desinhibirse un poco.


El maquillaje de payaso que lleva en la película dentro de la película tiene un propósito bien definido. En la última secuencia, mientras las chicas del coro cantan y el resto de actores bailan al estilo de un gran final de revista Elvira saluda cariñosamente a Larry. Así, en lugar de terminar con la nota optimista del musical, la cinta muestra un primer plano patético del actor con el corazón destrozado por la maldición del payaso triste.

Canuto Cuadratín
La publicidad de Estrellados afirma que se puede aprender castellano en dos semanas: Keaton lo ha hecho para rodar la cinta.


Se responsabiliza de la traducción de los diálogos y de la dirección de los mismos, bajo la supervisión de Sedgwick, Salvador de Alberich. Es éste un hombre de teatro afincado en Hollywood desde los años veinte. El estudio lo tiene contratado como responsable de publicidad para el potente mercado hispano. No debe extrañarnos, por tanto, que cuando se comienzan a realizar las versiones multilingües sea él el encargado de coordinarlas. Con Edgar Neville tendrá más de un rifirrafe por lo que vino a llamarse “la guerra de los acentos”. En Estrellados, además de la traducción y la supervisión, interpreta a uno de los directores.


La crítica de la versión española es inclemente. El diario ABC, por ejemplo, la califica de “deplorable botón de muestra” del cine parlante en el que “un clown genial rompe a balbucir en castellano, como los del circo, y, en fuerza de chocante, resulta cómico. Preferimos, sin embargo, toda su gesticulación silenciosa y todas sus películas precedentes”. (4 de noviembre de 1930. p. 10.)


Vista la película hace un par de décadas no nos atrevemos a llevar la contraria al comentarista. Sin embargo, no es menos cierto que la versión original, aquejada de una estructura errática y de continuos cambios de registro, tampoco es un dechado de salero.


Free and Easy (1930)
Producción: Metro-Goldwyn-Mayer (EEUU)
Director: Edward Sedgwick.
Guión: Richard Schayer, Paul Dickey. Diálogos: Al Boasberg.
Intérpretes: Buster Keaton (Elmer J. Butts), Anita Page (Elvira Plunkett), Trixie Friganza (Ma Plunkett), Robert Montgomery (Larry Mitchell), Edgar Dearing (el policía del estudio); e interpretándose a sí mismos: Fred Niblo , Lionel Barrymore, William Haines, Dorothy Sebastian, Gwen Lee, William Collier Jr., David Burton.
92 min.

Estrellados (1930)
Versión española y Supervisión: Salvador de Alberich.
Intérpretes: Buster Keaton (Canuto Cuadratín), Raquel Torres (Elvira Rosas), María Calvo (su madre), Don Alvarado (Larry Mitchell), Juan de Homs (el director), Salvador de Alberich (otro director), Carlos Villarías (Jack Collier), Joe Dominguez (el ayudante de dirección), Enrique Acosta Un invitado), Emile Chautard, Julio Abadía; con la participación de Cecil B. De Mille, Fred Niblo, Lionel Barrymore y William Haynes.

2 comentarios:

angeluco10 dijo...

Chaplin se empeñó en seguir haciendo películas mudas por cabezonería pero otros actores y estudios tenían que haber seguido haciendo películas mudas (es un deseo) por nostalgia y no acabar con un tipo de cine que aún hoy añoramos.

Sr. Feliú dijo...

Estimado don angeluco:

En un proceso análogo a lo que está sucediendo hoy con el cine o la fotografía digital, el cambio tecnológico implicó un cambio global en los modos de producción y consumo. Más que el mito de las voces "antifonogénicas", fue este reajuste en la recepción del cine "parlante" lo que cogió con el pie cambiado a muchos... entre ellos a Keaton.