3 de mayo de 2013

De la edad de oro del cine portugués


O pai tirano (1941), António Lopes Ribeiro

Chico (“Ribeirinho”), modesto empleado de la sección de zapatería de los grandes almacenes Grandela, siente una pasión ardiente por la linda Tatão (Leonor Maia), empleada en una perfumería de la misma calle lisboeta. Hija de su tiempo, Tatão es una cinematófila empedernida. En cambio Chico, romántico incurable, oficia de galán en la compañía de teatro de aficionados “Os Grandelinhas”, dirigida con más fervor que talento por el señor Santana (Vasco Santana).


En tanto que Graçinha (Graça Maria), compañera de trabajo y novia de Chico en la obra que ensayan, se hace ilusiones sobre su relación con él, el pérfido Artur de Castro (Arthur Duarte), villano de manual, tiende sus redes en torno a la ambiciosa Tatão, cuyo sueño es casarse con un millonario.


Y aquí entra en juego la obra de teatro que prepara la compañía de aficionados, un melodrama tremebundo al gusto decimonónico titulado “El padre tiránico o El último de los Almeida”. Porque lo que António Lopes Ribeiro nos propone, además de un divertimento para el lucimiento de su hermano “Ribeirinho” y de Vasco Santana al frente de un reparto inspiradísimo, es un juego en el que los límites entre la representación y la vida se difuminan.


Los ensayos, los engaños, las representaciones fuera y dentro del escenario, conducen así a los personajes hacia su propia catarsis, en la que las situaciones manidas y las frases rimbombantes del teatro popular alcanzan una fuerza patética inusitada sin abandonar nunca el tono de burla amable.


A pesar de su pátina de modernidad, los ensueños de triunfo y ascenso social propuestos por el cine estadounidense – Tatão menciona a Ginger Rogers, a Clark Gable y a Charles Boyer-, viene a demostrar esta película “de tesis”, son mucho más ilusorios que los enredos de hijas abandonadas y honores mancillados de los dramones de aficionados, puesto que en estos triunfa el amor puro, la devoción filial y la reconciliación.


Hay una escena emblemática de este recorrido, aquélla en la que Chico y Tatão polemizan sobre su concepción de las relaciones. Él es partidario del amor cortés y platónico; ella está orgullosa del lugar que la nueva mujer ocupa en la sociedad contemporánea y adivinamos que no va a ser fácil que rehúse a ella a pesar del matrimonio. La pareja se va deteniendo ante los carteles que anuncian películas, comedias y revistas, cuyos títulos sirven de comentario, al modo brechtiano, a la discusión.


Pero también está ese palacio ocupado, decorado natural que da carta de naturaleza a las barbas postizas y las pelucas. O ese teléfono auténtico que, colocado en mitad del escenario, convocará a bomberos y policías para acabar con una función de aficionados.


O pai tirano es la primera producción de António Lopes Ribeiro para su propia productora. Curtido en el cine de propaganda colonial y fascista acorde con sus convicciones salazaristas, Lopes Ribeiro da aquí un giro radical a su filmografía, demostrando un conocimiento profundo de las leyes de la narración cinematográfica y manteniendo el mejor pulso durante las dos horas de película. Los gags en tres tiempos –las campanadas del reloj-, el slapstick y el chiste visual –Chico atravesando cual Jesse Owens la cinta que miden dos clientas de los grandes almacenes-, la ironía dramática –el momento en que Laurinha (Laura Alves) cree descubrir que Chico es un rico heredero-, los retruécanos felices y las interpretaciones individuales de todo el reparto… fluyen con inusitada placidez en esta comedia, sin duda una de las mejor logradas de la edad de oro del cine portugués.


O pai tirano (1941)
Producción: António Lopes Ribeiro (POR)
Director: António Lopes Ribeiro
Diálogos: António Lopes Ribeiro, Vasco Santana y Francisco Ribeiro, a partir de un argumento de António Lopes Ribeiro.
Intérpretes: Vasco Santana (José Santana), Francisco Ribeiro “Ribeirinho” (Chico Mega), Leonor Maia (Tatão), Graça Maria (Gracinha), Teresa Gomes (Teresa), Luísa Durão (doña Cândida), Laura Alves (Laurinha), Nelly Esteves (Júlia), Idalina de Oliveira (Idalina), Arthur Duarte (Artur de Castro).
118 min. Blanco y negro

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