Juan es un pobre tipo al que le gustan todas,
pero que tiene por novia una vecinita (Paloma Valdés) con la que se casará
tarde o temprano. Pero el destino llama a su puerta de forma inesperada: gana
dos millones y medio de pesetas gracias a una quiniela de catorce y desde ese
momento su vida cambia radicalmente. El desarrollismo le ofrece todos sus
frutos. O, al menos, sucedáneos: un Siata Spyder —una carrocería de descapotable
montada a partir del motor y autobastidor del sufrido 600—, ya que no un
deportivo extranjero; un apartamento, aunque sea en el extrarradio… Y mujeres.
De la criadita de su antigua pensión (Maite Matalonga) a la viuda que vive en el apartamento vecino (Carmen de Lirio), de la cabaretera dedicada al descorche (Gloria Osuna) a la primera vedette de un teatro de revista (Alicia Márquez). Pero la vecina es esquiva, la cabaretera tiene una técnica infalible para deshacerse de los moscones, la criada tiene un novio que hace la mili en Barcelona (Antonio Iranzo) y la vedette tiene un niño… que no quiere otra cosa que ir al parque de atracciones del Tibidabo.
De la criadita de su antigua pensión (Maite Matalonga) a la viuda que vive en el apartamento vecino (Carmen de Lirio), de la cabaretera dedicada al descorche (Gloria Osuna) a la primera vedette de un teatro de revista (Alicia Márquez). Pero la vecina es esquiva, la cabaretera tiene una técnica infalible para deshacerse de los moscones, la criada tiene un novio que hace la mili en Barcelona (Antonio Iranzo) y la vedette tiene un niño… que no quiere otra cosa que ir al parque de atracciones del Tibidabo.
Así que, en vez de terminar en su apartamento con la rubia despampanante, Juan termina con el crío en los coches de choque.
Por suerte, es el día de libranza de la criada
que ha ido allí a divertirse con su novio. En un visto y no visto, Juan le ha
encalomado el arrapiezo al soldado y desaparece con la chica camino del túnel
del amor…
Frente a otras cintas de la misma época que
apenas ofrecen unos cuantos planos de referencia de las atracciones, en El mujeriego podemos recrearnos en casi
todas las clásicas: la Atalaya, el Ferrocarril Aéreo, el Avión o las Ollas
Volantes, los Espejos Deformantes…
Más curiosa aún es la localización de una
escena muda en el tan poco frecuentado como sugestivo Laberinto de Cipreses,
inaugurado en 1948.
Un personaje a la medida de Cassen, que, no
obstante, no logra hacernos olvidar su Plácido. Intenciones críticas un tanto
diluidas. Algunos —pocos— hallazgos visuales o de montaje, pero una explotación
de las localizaciones que habla a las claras del oficio de Francisco Pérez-Dolz como ayudante de dirección. Su escueta
filmografía como director se abre con la fulgurante A tiro limpio (1963) y se cierra el mismo año con esta comedia con
ambiciones pero desigual resultado. Luego firmará como director adjunto un
peplum en coproducción en el que probablemente su nombre sirviera para obtener
la protección económica otorgada por la administración española.
Producción:
Este Films (ES)
Director:
Francisco Pérez-Dolz.
Guión:
J. L. Carrillo, Cassen, Manuel Martín, José María Ricarte, Francisco
Pérez-Dolz.
Intérpretes:
Cassen (Juan), Paloma Valdés (la novia), Alicia Márquez (la vedette), Gloria
Osuna (la cabaretera), Maite Matalonga (la criada), Margaret Rose (la modelo),
Carmen de Lirio (la viuda) , Milo Quesada, Jaume de Sans, Carles Lloret, Lluís
Nonell, Antonio Iranzo.
105
min. Blanco y negro.
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