Por sorpresa, el día de Navidad, tuve un regalo maravilloso. Tuve ocasión de ver el cortometraje The Butterfly Circus (2009). Como la inconclusa serie de televisión Carnivale (2003), The Butterfly Circus está ambientada en la época de la depresión americana, impregnado todo por un tono amarillo desierto que acompaña muy bien a las compañías ambulantes y a su pobreza.
El corto es un canto a la autosuperación y a la esperanza, cuyo protagonista es Bill (Nick Vujicic), un hombre sin extremidades. Este australiano se ha convertido en un famosos orador motivacional y recorre el mundo contando sus experiencias y ayudando a muchas personas a revisar su actitud frente a la vida. Sus pequeños logros diarios fueron fuente de inspiración para muchos y para él mismo que decidió dedicarse a transmitir su mensaje de esperanza cristiana.
La verdad es que aunque la película contrapone la exhibición de fenómenos o discapacitados con el espectáculo verdadero ("la belleza adquirida gracias a la paciencia"), en la vida real estos dos manifestaciones vivían de la mano como bien dice Bill. Los circos administraban un pequeño carnaval de diez atracciones en una –Ten in One– que daba colorido al paseo que conducía a la entrada principal del circo, el sideshow, vamos. "Vienen de todas partes para vernos". Para muchos de ellos significaba la única manera de ganarse su propia vida y de huir del desprecio y los abusos de sus afortunados y completos semejantes.
Nuestro protagonista no estaba tan mal en esa pequeña tienda de fenómenos que comparte con la mujer gorda, las hermanas siamesas y el hombre tatuado entre otros. Lo que pasa es que no estaba bien vendido ni bien tratado. El charlatán (Mark Atteberry) tiene la osadía de presentarlo como al ser humano que hasta el mismo Dios ha dado la espalda. Y el director tiene la osadía de filmar cómo dos muchachos le arrojan tomates.
En fin, que al resignado tronco no le queda otra que escaparse. Y como un torpe polizón se esconde en los camiones del Butterfly Circus, una inspirada troupe de artistas compuesta por Otto, contorsionista y escapista (Doug Jones), Ana, la trapecista (Lexi Pearl), el forzudo, el tragafuegos… y el anciano Poppy (Bob Yerkes) realizando trapecio volante.
Después de caerse en un río, Bill, a punto de ahogarse, comprueba que puede nadar. La euforia de la troupe se desata y el atractivo maestro de ceremonias Mr. Méndez (el actor mexicano Eduardo Verástegui) que al principio se negaba a presentar fenómenos de sideshow en su espectáculo, al final acaba presentando un número sensacional, pero no por ello éticamente menos reprobable que la exhibición pura y dura de la anterior vida de Bill. En un auténtico y clásico de nuestro repertorio diving act, Bill es izado a lo alto de una escalera desde donde se lanza a un bidón lleno de agua. El acto tiene más glamour que cuando Bill soportaba las burlas del hombre tatuado, pero la sensación que me provoca no deja de ser, en el fondo, la misma.
Volvamos al Sideshow.
Algunos de estos artistas simplemente se exhibían y su acción se reducía a vender postales con su fotografía y un texto sobre su vida, pero otros mostraban su destreza, su habilidad y su capacidad de superación realizando pequeñas rutinas. Los hombres sin brazos tenían que desarrollar sus habilidades podológicas si querían desenvolverse y realizar determinadas actividades. Los hombres tronco y los hombres langosta, llamados así porque sus dedos forman una pinza que sale a la altura de los hombros, tendían a desarrollar los minúsculos apéndices que les quedaban para realizar, generalmente con mucho esfuerzo, determinadas acciones cotidianas como encender un cigarrillo: véase Freaks (1927) Sí, esto causaba admiración y extrañeza entre el público, y muchas veces desprecio, burla. Esa mezcla, con las apropiadas dosis, es el cocktail perfecto en el mundo del espectáculo.
Ya hemos hablado en nuestra carpa de Kobelkoff, uno de los grandes y más famosos hombre sin extremidades, pionero en la exhibición de películas en las ferias acompañando sus propias exhibiciones con la proyección de películas, en ocasiones protagonizadas por él mismo. Una inteligente manera de hacer doblete, como nuestro admirado Fregoli. Y tendremos ocasión de volver una y otra vez a este tema que nos apasiona y que debido a su complejidad y al gran número de películas y libros sobre el tema, estamos reservando para más adelante.
Butterfly Circus ha sido el ganador de l concurso anual del ‘The Doorpost Film Project’, entre cuyos principios están sacar a la luz la verdad del hombre y abrir la puerta a trabajos cinematográficos que entretengan y provoquen un impacto profundo en la vida de los espectadores. Sus diferentes secciones están dedicadas a la Autenticidad, Comunidad, Sacrificio, Compromiso, Verdad, Identidad y Esperanza. Toda una demostración de principios. La película que nos ocupa quedó ganadora de la sección dedicada a la Esperanza (Hope).
The Butterfly Circus (2009)
(EEUU)
Director: Joshua Weigel
Guión: Joshua Weigel y Rebekah Weigel
Productor ejecutivo: Nathan Elliott
Intérpretes: Eduardo Verástegui (Mr. Mendez), Nick Vujicic (Will), Doug Jones (Otto), Matt Allmen (George), Connor Rosen (Sammy), Lexi Pearl (Anna), Bob Yerkes (Poppy), Mark Atteberry (charlatán del sideshow), Kirk Bovill (Jimmy, el Hombre Tatuado), Dion Slide (el padre), Christian Pikes (chico) Max Daniels (payaso), Corey David Thomas (marionetista)
20 min. Color
Director: Joshua Weigel
Guión: Joshua Weigel y Rebekah Weigel
Productor ejecutivo: Nathan Elliott
Intérpretes: Eduardo Verástegui (Mr. Mendez), Nick Vujicic (Will), Doug Jones (Otto), Matt Allmen (George), Connor Rosen (Sammy), Lexi Pearl (Anna), Bob Yerkes (Poppy), Mark Atteberry (charlatán del sideshow), Kirk Bovill (Jimmy, el Hombre Tatuado), Dion Slide (el padre), Christian Pikes (chico) Max Daniels (payaso), Corey David Thomas (marionetista)
20 min. Color
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