3 de abril de 2010

Barcelona desde “El Avión”


La vida es magnífica / Le voleur de Tibidabo (1964), Maurice Ronet 

La Atalaya
No queríamos faltar en este recorrido a nuestra cita con el recoleto Parque de Atracciones del Tibidabo. Películas internacionales recientes como The Machinist (El Maquinista, 2004), de Brad Anderson, o Vicki-Cristina-Barcelona (Vicki-Cristina-Barcelona, 2008), de Woody Allen, han dejado constancia del momento actual de un parque inaugurado en 1901. Lo curioso es que en el primer momento el modo en que se llegaba allí –el funicular- ya era una atracción. Su fundador es el doctor Andreu, el de las famosísimas “pastillas para la tos”. El documental Un instante en la vida ajena (2003), realizado por José Luis López Linares a partir del archivo audiovisual de Madronita Andreu, puede servir de preámbulo a nuestra visita.
Las construcciones emblemáticas datan de la década de los veinte. En 1921 se construye la estructura de 50 metros de altura que soportará la “Atalaya” y en 1928 se inaugura “El Avión”. A la “Atalaya” le dedicó Gato Pérez una canción:
Atalaya prodigiosa desde la que puedo ver los momentos olvidados que me han hecho como soy, ya que tu aire me alimenta tengo que reconocer que cuando estoy más perdido me devuelves a mi ser. (…) Reconozco esos lugares fieles fotos del ayer, una película estupenda que pocos han venido a ver: nadie cree ya en los poderes que emanaban de tu piel, en merenderos milagrosos de otro tiempo y otra sed. Toda llena de sorpresas, qué admirable descubrir los senderos de pizarra que iluminan tu jardín asomándome al vacío sintonicé al recordar que ya el abuelo americano había corrido este lugar. En tu cumbre reproduces, con enorme exactitud, los rincones de mil sueños que jamás pude olvidar, el tranvía color cielo subirá sin rechinar, hasta que se oxide el tiempo en el pie del funicular. 

El Avión 
“El Avión” es uno de los escenarios en los que se desarrolla la película que proyectamos hoy en la carpa. Se trata de la coproducción hispano-francesa La vida es magnífica / Le voleur de Tibidabo, dirigida por el actor Maurice Ronet.

Nicolas Pomeray (Ronet) vende helados con un carrito en el Parque de Atracciones del Tibidabo. Allí recibe la visita de un amigo francés que le propone que coloque su puesto ante la pensión en la que se hospeda para que él pueda escapar del acoso de la hija de los posaderos. Pero todo se enreda porque en realidad su amigo ha aprovechado para atracar la joyería vecina. El parque no vuelve a aparecer. Nicolas gastará su parte del botín intentando seducir a una vedette del Molino (Anna Karina) y en compañía de tres delincuentes de baja estofa interpretados por José Nieto, Enrique Herreros y Luis Ciges.

El sitio web del parque resume así la historia de la emblemática atracción que proporciona confidencialidad a la conversación de los ladrones: “Construido en los Talleres Estrada de Sarrià y proyectado por los ingenieros Fath bajo la dirección de Marià Rubió, es una réplica del primer aparato que hizo el trayecto Barcelona-Madrid. Como principal característica cabe mencionar que se impulsa mediante su propia hélice y en su interior conserva elementos originales como la estación radiotelefónica de 1933”.

El Museo de Autómatas 
Los espejos deformantes y los autómatas son otra seña de identidad del parque. Entre estos últimos se encuentra la popular “La Moños”, personaje excéntrico barcelonés, que sirvió de base a la película homónima de Mireia Ros en 1997. En la actualidad, el parque sigue manteniendo una atmósfera que le hace diferente y muy familiar. Allí, las marionetas de Herta Franklen han encontrado un espacio donde revivir y mantener vivo el recuerdo de una extraordinaria troupe de artistas de variedades, Los Vieneses, con Arthur Kaps, Franz Johan, Gustavo Re, Herta Frankel y muchos más. El Marionetarium , una singular compañía de teatro de títeres residente en el parque del Tibidabo ha recibido en herencia este tesoro y está organizando un archivo único compuesto de cientos de fotografías que recrean el ambiente de esta singular compañía ambulante de los años que se merece una entrada especial que tarde o temprano verán ustedes en nuestra pantalla.

La vida es magnífica / Le voleur de Tibidabo (1964) 
Producción: Nouvelles Éditions de Films (FR) / Jet Films (ES). 
Direcció: Maurice Ronet. 
Guión: Maurice Ronet y Jean Charles Tacchella. 
Diálogos: Juan Marsé y Remo Forlani. 
Intérpretes: Maurice Ronet (Nicolas Pomeray), Anna Karina (María), Pepe Nieto (Van Ecker), Enrique Herreros (el coronel), Luis Ciges (Peperone), Salvador Soler Mari (el padre de María), Josefina de la Torre (la madre de María), Víctor Israel (tabernero), Juan Puche, Manuel Bronchud, Enrique Casamitjana y la voz de Amparo Soler Leal en la canción “La vida es magnífica”.

4 comentarios:

El Abuelito dijo...

Cuando yo conocó los autómatas del Tibidabo, había que echar una peseta dentro de cada una de las cabinas para que se pusiesen en movimiento... una experiencia infantil que me fascinó y dejó marcado para siempre.
Años más tarde los volví a ver, ascendidos a la categoría de piezas de museo, lo que no merma en absoluto la pura maravilla de que están hechos...
Recuerdo muy bien al más moderno de todos, construido en los años cincuenta, "El infierno", donde condenados y demonios se alternan en rápida sucesión... Me parece que un año de estos debería volver a contemplar semejente tesoro, más deseable que el Museo Picasso o cualquier otro que en la ciudad condal pueda existir, antes de que la Parca dedida venir a llevárseme...

Sr. Feliú dijo...

Vaya usted, claro que sí, y olvídese de presagios funestos. Cuando uno recala en Barcelona suele pasar por allí (en tranvía y funicular, por supuesto) y, enemigo como es del vértigo de la altura y el latigazo, se da una vuelta por entre nuestros hermanos automáticos y contempla esas reproducciones en miniatura del mundo en el que todo se rige por un mecanismo preciso.
Gracias por su visita, sus nietos

El Doctor dijo...

Visité este parte a finales de los setenta y me pareció un lugar mágico,pero mágico de verdad.Tenía entonces once años.Decidí que volvería periódicamente a ese lugar de ensueño y así fue.Cada vez que volvía,cada diez años por lo menos,vi su destrucción.Una empresa americana se hizo cargo de él y aquellas atracciones desaparecieron en detrimento,se puede decir,de la nada.Hoy ya no queda nada de lo que yo recuerdo con tanta fascinación.Los lugares mágicos son destruidos.Es lo que tiene las cosas bellas.

Un saludo tras leer este post que me ha emocionado.

Javi dijo...

Por suerte, don Francisco, el cine tiene esa doble función: el entretenimiento (o la cultura o como lo quiera usted llamar) y el dejar constancia impremeditada de lo que son en esencia las cosas en el momento de la filmación, sin darles importancia, como simple fondo de una función que tantas veces nos interesa menos que el telón ante el que se desarrolla.

Gracias por su visita