22 de octubre de 2010

Simplemente Méliès

Georges Jean Méliès
París, 8 de diciembre de 1861 - París, 21 de enero de 1938

EL EPITAFIO grabado sobre la tumba de Méliès en el cementerio Pere Lachaise reza escuetamente: “Georges Méliès createur du spectacle cinematographique 1861-1938”. El trayecto entre estos dos guarismos encierra la historia de una de las más luminosas carreras hacia el fracaso nunca emprendidas en el mundo del cine, tan pródigo en ellas.

Georges es el tercer hijo de Louis Méliès, un ilustre industrial parisino del ramo de la zapatería. Aún no ha cumplido los veinte años cuando viaja a Londres para perfeccionar su inglés y hacerse cargo del negocio familiar. Allí se convierte en un habitual del Maskelyne and Cook Egyptian Hall, teatrito especializado en magia. Los prodigios operados en el escenario por John Neville Maskelyne, David Devant y Joseph Bautier de Kolta le subyugan. Si Kolta se ha hecho célebre por un número conocido por “The Vanishing Lady”, en “The Artist’s Dream”, Devant hace que el retrato de una mujer cobre vida.

En 1885 Georges Méliès regresa a París y se casa con Eugénie Genin. Sus hijos Georgette y André nacen en 1888 y 1901. El mismo año en que viene al mundo la mayor se retira su padre del negocio zapatero. Georges vende su parte a sus hermanos y compra el teatro Robert Houdin, que reabre en octubre de 1888. Allí conoce a Fanny Manieux, transformada por arte de birlibirloque en Jehanne d’Alcy, estrecha colaboradora del mago, que se convertirá en su segunda mujer en 1925.

Es fama que Méliès asistió en diciembre de 1895 sino a la primera, a una de las inaugurales sesiones del cinematógrafo, invento de los hermanos Lumière que permitía la proyección de imágenes animadas. El propietario del teatro Robert-Houdin quiere incorporar esta innovación a su espectáculo, pero los industriales e inventores lioneses no pueden o no quieren atender su petición. Méliès se pone entonces en contacto con el pionero británico Robert W. Paul. En febrero de 1896 paga mil francos por un proyector de animatógrafo y un lote de películas del propio Paul y de Edison. Un par de meses después proyecta por primera vez imágenes en movimiento en su teatro como parte de la función.

Pero para Méliès no es suficiente. Con Lucien Korsten, uno de los técnicos del teatro, consigue otro proyector y lo transforma en cámara. Adquiere entonces película virgen por valor de 45.000 francos y en mayo de 1896 comienza su ascensión a la cumbre de la popularidad que es preámbulo obligado al descenso hacia el olvido.

Hacia 1909 el creador del fantástico y plagiadísimo Viaje a la luna (1902) estaba arruinado. La competencia feroz, la aplicación de criterios tayloristas a la producción cinematográfica y las aventuras financieras de su hermano en la filial estadounidense de la compañía le llevan al borde de la quiebra. Para recuperar fondos regresa al teatro Robert-Houdin y sale de gira con un espectáculo titulado "The Phantom of the Nile". En 1911 firma un contrato con el todopoderoso Charles Pathé, pero pierde libertad creativa. Su canto del cisne es una revisitación de temas ya vistos: Le Voyage de la famille Bourrichon (1913). Hasta 1914 sigue proyectando películas en el teatro, pero el estallido de la Gran Guerra supone también el fin de Francia como primera potencia cinematográfica mundial. A partir de ahora los Estados Unidos dictarán las normas.


En 1925 Méliès se casa en segundas nupcias con Jehanne, que ahora regenta una pequeña tienda de juguetes y golosinas en la estación de Montparnasse. Allí lo reconocen gentes de cine. Preparan entonces la gran retrospectiva de diciembre de 1929, que sitúa de nuevo a Méliès en su lugar como pionero del arte cinematográfico, inventor de los trucajes, explorador de la ciencia ficción, creador de uno de los primeros estudios de rodaje, productor con casa abierta en dos continentes, propietario del teatro Robert-Houdin, presidente de la Cámara Sindical de Prestidigitación, caballero de la Legión de Honor al tiempo que tendero en un puesto de chucherías, actor frenético, dibujante, escenógrafo, artífice del espectáculo cinematográfico e ilusionista.

3 comentarios:

El Abuelito dijo...

...qué trayectoria ejemplar... ¿podrán ustedes ampliar datos sobre su estudio, el incendio en que quemó sus propios filmes, la forma de coloreado de las películas y demás detalles que tanto inquietan a mentes tan apegadas a la sabiduría inútil como las nuestras?

Sr. Feliú dijo...

Intentaremos satisfacer su curiosidad, venerable Abuelito.

A buen seguro encontrará en el dossier que estamos elaborando sus dilectos nietos sensacionales revelaciones sobre estos y otros muchos asuntos, como sus caricaturas políticas, el taller de autómatas del teatro Robert-Houdin o su relación con el tipo que regentaba en París sendos cabarets denominados El Infierno y El Cielo...

Sus nietos, que bien le quiren

Rita dijo...

En este día ví la película que muy bien lo recuerda, realmente descubrí a un ejemplar pionero de la creatividad con mayusculas.