Dedicada al Abuelito
El moderno Barba Azul (1946), Jaime Salvador
Ya saben como son estas
cosas: uno se entrega prisionero al acabar la Segunda Guerra Mundial en el
primer país que se le presenta y lo toman por un moderno Barba Azul con seis
uxoricidios a las espaldas. ¿Modo de escapar de una condena a muerte segura?
Embarcarse en el cohete de un sabio atómico mexicano con sobrina de buen ver.
Keaton en el Desván
A El moderno Barba Azul le dedicó nuestro venerable Abuelito una sentida entrada. Poco podemos añadir a
lo dicho por él, salvo insistir en el parentesco de la película con la obra de
nuestro santo patrón. Aunque argumentalmente esté más próxima a El astronauta, con Tony Leblanc, que a Le voyage dans le lune, lo cierto es que
Jaime Salvador lo tenía muy presente en, al menos, tres momentos:el congreso de sabios
astrofísicos...
… la despedida de los astronautas...
… y el vestuario que los
protagonistas se enfundan para pasar desapercibidos entre los selenitas…
… son otras tantas
estampas mélièsianas.
Cuando se exhibió la
película en París el insigne crítico André Bazin escribió que no se atrevía a
desaconsejarla a la fanaticada keatoniana; “el fantasma de un genio como Buster
Keaton merece no ser totalmente abandonado en esta triste aventura”. [L’Ecran Français, 5 de abril de 1949.]
Exiliados españoles en México
Keaton rodó esta
vilipendiada (y razonablemente divertida) cinta en México, con producción de Alexander
Salkind, cuando se le acabó el contrato con Educational Pictures y antes de
empezar la serie de cortos para la Columbia, cuando se ganaba la vida
escribiendo gags para el estudio que le dio la puntilla, M-G-M.
El director es el español
exiliado Jaime Salvador —su hermano Julio se quedó en España donde rodó, por
ejemplo, Apartado de correos 1001— y
en el reparto hay al menos otros dos comediantes insignes que tomaron el mismo
camino: Ángel Garasa y Pedro Elviro "Pitouto". Por la parte azteca el
siempre mondante Fernando Soto "Mantequilla".
Ángel Garasa marchó a
México en 1937 y obtuvo la nacionalidad mexicana, como más tarde haría Buñuel.
En 1941 obtuvo el premio de interpretación de la Asociación de Periodistas
Cinematográficos como actor de apoyo a Jorge Negrete en la comedia ranchera ¡Ay, Jalisco, no te rajes! (1941). Su personaje
atiende por “El Malasuerte” pero a él no le pudo traer mejor fortuna. En sus
siguientes proyectos actuó como protagonista o coprotagonista, convirtiéndose
en partener habitual de Mario Moreno “Cantinflas” a partir de Los tres mosqueteros (1942). En cuatro
décadas en el cine mexicano interpretará numerosísimos títulos, siendo también
punto fijo en las producciones de Cesáreo González en las que Lola Flores o
Carmen Sevilla paseaban flamenquismo por tierras charras y hacían de la
confraternización transatlántica tema principal. Entonces se encasquetaba el
sombrero cordobés y era, para el cinema azteca, el ideal tío de la folklórica.
En esta ocasión Garasa se
presta al juego de darle la réplica a Keaton. Éste no chapuerrea en castellano
más allá de tres palabras -“sombrero”, “prisionero” y “bonita”- pero a cambio
se le da tiempo para que desarrolle algunas rutinas cómicas individuales:
vendarse un dedo, montar a caballo, ordeñar una vaca… Es esta estructura dual,
con adherencias del cine mudo la que produce la arritmia continua de que
adolece la película.
Un Keaton apócrifo
El colmillo de Buda es una
reliquia conservada en un templo de Ceilán, pero también juguete cómico de
Pedro Muñoz Seca estrenado en diciembre de 1919 en el Teatro de la Comedia de
Madrid y al que se le dieron 63 representaciones, lo que no está nada mal. Protagonizaba
entonces este tour de force cómico el
comediante Juan Bonafé en el papel de un hombre pusilánime que se cree
intocable al entrar en posesión de un amuleto denominado “el colmillo de Buda”.
A partir de ese momento el protagonista se dedica a repartir porrazos y
puntapiés a cuantos se le ponen por medio y le molestan, en un recorrido que lo
lleva por medio mundo. Sobre esta mínima trama urde Muñoz Seca un astracán rico
en retruécanos, viajes abracadabrantes por medio mundo y bayaderas seductoras… una
de ellas encarnada por Aurora Redondo, a quienes ustedes recordarán como la
madame Bernarda de Ninette y un señor de
Murcia.
Juan Bustillo Oro realizó
una desubicada adaptación de la comedia de Muñoz Seca en 1949. Esta vez el
protagonismo absoluto recaía en Ángel Garasa cuyo personaje atendía por
Exquisito Churro. En las bases de datos filmográficas se atribuye el otro papel
principal a Keaton. Sentimos decepcionarles, pero después de rastrear abundante
documentación y consultar la biblia del cine mexicano, la monumental
enciclopedia de otro exiliado español, Emilio García Riera, tenemos que afirmar
que Buster Keaton nunca figuró en el reparto de El colmillo de Buda.
No obstante, dado que nos
hemos entretenido en localizar alguna crítica y un argumento detallado, damos
cuenta del contenido de la cinta, que a buen seguro hará las delicias del
Abuelito.
En la colección de chinoiseries de míster Elder Hale
(Charles Rooner) ocupa lugar preminente el colmillo de Buda, robado de un
templo de Calcuta. Inevitablemente los miembros de una secta de adoradores de
Buda, comandada por el príncipe Kalamor (Rafael Alcayde) están empeñados
recuperar la reliquia. Benítez (Fernando Cortés), se ofrece a ayudarlos a
introducirse en la mansión a cambio de una suculenta suma. Cuenta para ello con
un disfraz de gorila con el que pretende sustituir al feroz primate Galaor, que
míster Hale tiene como custodio de sus tesoros y de las dos bellas orientales
que constituyen su particular serrallo: Adjacapatra (la rumbera Amalia Aguilar)
y Egidsa (Sara Montes).
Benítez le propone a su
amigo Exquisito (Ángel Garasa) que lo sustituya mientras él se enfunda el
disfraz de gorila. Pero Emérita (Consuelo Guerrero de Luna), la mujer de
Exquisito, ha aprovechado para pignorar el traje de simio. Total, que creyendo
que se enfrenta a un hombre disfrazado, Exquisito se enfrenta al gorila
auténtico, al que los miembros de la secta han dejado suelto, y lo derrota. Míster
Hale lo contrata entonces como su guardaespaldas personal. Ambos se trasladan a
la mansión de coleccionista y se dan la gran vida. Cuando una bailarina
pretende cargárselo durante la ejecución de la “danza del puñal” exquisito sale
indemne gracias a la protección del colmillo de Buda, que él cree que lo vuelve
invulnerable.
Los de la secta se llevan
a Exquisito a Calcuta y le dan tratamiento de rey… a cambio de que les devuelva
el colmillo. Pero, mientras esté en posesión de la reliquia, Exquisito se
dedica a repartir mamporros a diestro y siniestro y a disfrutar de su nuevo
harén, en cuya cúspide coloca a la bella Adjacapatra. Al final, lo pierde.
Emérita los salva, a Benítez y a él, de una muerte lenta y cruel a cambio de la
joya y de que el príncipe Kalamor, enamorado también de Adjacapatra, los
devuelva a México y les ponga una taquería.
Cuando tuvo oportunidad de
verla —algo que nosotros no hemos logrado— Emilio García Riera no encontró ni
una cosa buena que destacar: le molestaba el frase castizo de Garasa en una
cinta ambientada en México, le cansaban los retruécanos de Muñoz Seca, le
aburría la verbosidad del libreto de Bustillo Oro y le empalagaba la
ambientación orientalizante.
“La cinta contenía un solo gag visual (el del zapato usado como cenicero) e insistía en deducir implicaciones eróticas, pero muy supuestas, en el tratamiento de lo oriental”.
Como les decíamos, Keaton
nada tuvo que ver con ello.
El moderno Barba Azul (1946)
Producción:
Alsa Films (MX)
Director:
Jaime Salvador.
Guión: Victor
Trivas, Jaime Salvador.
Intérpretes:
Buster Keaton (el náufrago), Ángel Garasa (el asesino), Virginia Serret
(Aurora, la sobrina del profesor), Fernando Soto “Mantequilla” (el alcalde),
Óscar Pulido (el alienista), Pedro Elviro “Pitouto” (el profesor), Luis G.
Barreiro, Guillermo Bravo Sosa, Ramón G. Larrea, Jorge Mondragón, José Elías
Moreno, Ignacio Peón, Enriqueta Reza, José Torvay.
98 min.
Blanco y negro.
2 comentarios:
Muchas gracias por su dedicatoria, señor Feliu... Respecto al anterior filme de Keaton reseñado: ¿es tan mediocre de veras? Cuesta creerlo con ese esqueleto danzarín que se atisba. Por otro lado el humor de Los Tres Chiflados apenas lo conozco; pude comprobar en "The three Stooges meet Hercules" que era el más simple de coscorrón y batacazo, pero he de decir que en aquella ocasión me gustó, tal vez por su misma estupidez; tal vez por ser un remedo de peplum; tal vez por las infusiones de hierbas previemente digeridas...
¡Ay, venerable Abuelito!
Keaton hizo diez películas de dos rollos para la Columbia. De ellos, nos quedamos con un rollo de Pest from the West, la escena del tren de Pardon My Berth Marks, el baile de General Nuisance y alguna cosilla de She's Oil Mine. El "toque Jules White", que marcó esta etapa de Keaton y definió el estilo de los Tres Chiflados, funciona a todo trapo en General Nuisance, lo cual no quiere decir que fuera material idóneo para el Gran Cara de Palo. Éste es el problema fundamental de The Spook Speaks: la mera acumulación no imprime ritmo al conjunto y, a pesar de su brevedad, todo tiene un aire de cosa desganada y ya vista. Abbott y Costello contra los fantasmas resulta más divertida.
En cualquier caso, aguardamos su veredicto una vez la haya visto:
http://www.staroe-video.ru/load/nemoe_kino/kiton_baster/prividenie_zagovorilo_the_spook_speaks/5-1-0-1679
sus nietos ,que bien le quieren
Publicar un comentario