20 de septiembre de 2009

A fuego lento


It's a Gift (1934), Norman Z. McLeod 

Humpty-Dumpty y Wilkins Micawber 
Personaje de verbo florido y gesto exuberante, W.C. Fields se sintió siempre a gusto con esos atuendos fin de siglo que tan bien encajaban en sus gustos literarios y teatrales. Sus intervenciones en Alice in Wonderland (Alicia en el país de las maravillas, 1933) y, sobre todo, en David Copperfield (David Copperfield, 1935) son ejemplos de intervenciones de reparto en las que se ejemplifican sus preferencias por los personajes de nombres rimbombantes y atuendo ad hoc.

Hay otro Fields: el que mastica las palabras y se deja humillar por una familia que le hace la vida imposible. El empleado modestísimo del que abusan sus jefes y que, si busca siempre el modo de echar un trago, es sólo por aliviar el oprobio cotidiano. Fields compone entonces un cabeza de familia magnífico. Apenas la hija adolescente le profesa algún cariño. Su mujer es una entremetida que le hace la vida imposible, ocasionalmente con la connivencia de la suegra, el cuñado es un vago prepotente y el hijo pequeño un sádico. Vamos, el típico retrato de la familia americana de clase media que supera unida todas las dificultades y que era el paradigma de las producciones de Louis B. Mayer.

Sam Bisbee, Egbert Sousè y Ambrose Wolfinger 
You’re Telling Me (Donde menos se piensa, 1934) narra las aventuras de Sam Bisbee (W.C. Fields), inventor de una llanta de automóvil que jamás se pincha. Para que su hija pueda casarse con el hijo de la familia más acaudalada de la ciudad, hace un viaje a la ciudad para buscar posibles inversores. Su demostración se malogra y, en el tren de vuelta, intenta suicidarse. Pero incluso en esto fracasa, aunque triunfará inopinadamente gracias al apoyo de la excéntica princesa Lescaboura (Adrienne Ames). La película es una nueva versión de So’s Your Old Man, que el mismo Fields había protagonizado en 1926 a las órdenes de Gregory La Cava.

Además del intento de suicidio y de una descacharrante escena con un avestruz, You’re Telling Me nos permite disfrutar de la reelaboración de la rutina del debut de Fields en el cine parlante: The Golf Specialist (1930).

En You’re Telling Me Kathleen Howard interpreta a la acaudalada madre de Larry “Buster” Crabbe –famoso como el Flash Gordon del serial de la Universal- pero en películas sucesivas encarnará a la inaguantable esposa de Fieldes. It’s a Gift y The Man on the Flying Trapeze (1935) cuentan con su presencia. La otra partenaire oficial de Fields fue Alison Skipworth, que compartió pantalla con él en cuatro títulos, el más destacado de los cuales es Tillie and Gus (Un par de tíos, 1933). En The Bank Dick (1940) sustituye a Kathleen Howard la no menos fenomenal –y cuando en Circo Méliès utilizamos este adjetivo le damos un sentido de preciso- Cora Witherspoon. Claro que el borrachuzo Egbert Sousè se convertirá inopinadamente en un intrépido vigilante cazaladrones y ella no tendrá más remedio que callarse.

Hay en The Bank Dick una burla amable de la industria cinematográfica. Egbert está en su bar habitual cuando un atribulado jefe de producción pide algo que temple sus nervios. El director de la película que están rodando en la ciudad tiene una tajada de campeonato. El Gran Hombre se ofrece a sacarla del apuro: -En los viejos tiempos de Keystone yo dirigí a Arbuckle, a Keaton, a Chaplin… a todos. Tengo el celuloide en la sangre. Por la noche trabajaba en un bar.

Para dirigir, Fields se sienta en una mecedora en la que cuatro mozos lo transportan como si fuera un faraón. Pero sus intentos de conseguir una interpretación romántica del galán François (Reed Hadley), que mide dos metros, y de la diminuta señorita Plupp (Heather Wilde) está por encima de las posibilidades de cualquiera. No obstante, Egbert intenta solventar el asunto: —Lo reescibiré todo. Voy a convertir este drama de salón victoriano en una película sobre circo.

Vamos ahora con ese experto en organización de archivos llamado Ambrose Wolfinger (W.C. Fields) cuyas tribulaciones constituyen el argumento de Man on the Flying Trapeze (1935). Lleva prestando servicios en la misma empresa durante veinticinco años sin haber tenido jamás un día de vacaciones. En mala hora se le ocurre decir que su suegra ha muerto para tener la tarde libre y poder acudir a un combate de lucha libre. Su yerno se encargará de propalar que se lo ha encontrado en el combate, borracho como una cuba y en brazos de su secretaria. Por supuesto, Ambrose Wolfinger puede poner la mano en el fuego por su inocencia ya que una serie de tropiezos y malentendidos le han impedido llegar a tiempo. Son precisamente estos contratiempos, el corpus central de Man on the Flying Trapeze. Se lleva la palma la escena en la que recibe la cuarta multa por detenerse donde le ha ordenado un policía. Cualquier otro explotaría. Ambrose intenta explicarse y, llegado el momento, prefiere no molestarse siquiera en hacerlo.

Harold Bissonette (pronúnciese Bisso-nay) 
También It’s A Gift se resuelve mediante un número limitadísimo de situaciones que Fields exprime hasta la última gota. Arranca con una de sus rutinas clásicas: un número sin palabras en el que se intenta afeitar con una navaja mientras su hija (Jean Rouverol) se dedica a pintase los labios y peinarse. Abre y cierra la puerta en la que está el espejo, se estira el pelo y su padre es incapaz de empezar siquiera la labor. Desesperado intenta afeitarse en el reflejo de un frasco. Luego, cuelga un espejito de mano de la lámpara del techo, pero el espejo no deja de girar ni él de correr en pos de su reflejo. Intenta subirse al respaldo de una silla pero por poco se corta el cuello. Entretanto ha entrado su hijo (Tom Bupp) para comunicarle que el tío Bean ha muerto, se ha marchado su hija y llega su mujer. Se lo encuentra tumbado en la silla. Ha puesto el espejito en posición horizontal y de este modo ha logrado por fin comenzar con el afeitado. Amelia (Kathleen Howard) le pregunta si no puede hacer las cosas como las personas normales y afeitarse en el espejo del lavabo. Harold no tiene más remedio que darle la razón.

Éste o parecido esquema se repite a lo largo de la película con un ritmo perfecto. Hay escenas más breves, como el desayuno familiar en el que queda claro que el bueno de Harold es el último mono de la casa… aunque terminará ingeniándoselas para salirse con la suya. En realidad son sus sketchs de los viejos tiempos del vodevil, cuando protagonizaba la revista “The Comic Supplement”. Parecido esquema utiliza cuando encuentra la casa derruida en el naranjal californiano en que ha invertido todos sus ahorros. El suelo se hunde literalmente bajo sus pies, si abre un armario se queda con la puerta en la mano y la ventana se desloma después de que la haya dejado perfectamente encajada.

Durante el viaje a California Fields tendrá ocasión de mostrarnos su peculiar versión del número de la hamaca. Amelia le expulsa de la tienda de campaña porque no hay sitio para él. Debe dormir en la hamaca y cuidar de la fogata. Mientras intenta desplegar la tumbona la voz de Amelia le amonesta continuamente. Después de un buen rato intentando desplegarla completa el gag cuando ella le pide que no se olvide del fuego. La hamaca va a parar allí. Una de las escenas más famosas en toda la filmografía de Fields tiene lugar cuando está intentando servirle a un cliente (Dell Henderson) unas naranjas de la China y entra en la tienda el ciego –y sordo- Mr. Muckle (Charles Sellon). Todas las advertencias son inútiles, gracias a su bastón y a su incapacidad para estarse quieto Mr. Muckle logra dejar el comercio para el desescombro.

Pero la estrella de la película es la escena de once minutos en la que Harold Bissonette, harto de las interrupciones de su esposa y de llamadas telefónicas, ya de madrugada, decide salir a dormir al porche. Aquí cobra su auténtico la expresión “a fuego lento” con la que hemos titulado esta entrada y que es la mejor traducción que se le ha ocurrido a uno para el término sajón “slow-burn”. Lecheros con botellas tintineantes, un vendedor de seguros madrugador, vecinas que tienden en cuerdas chirriantes y unas inquilinas, madre e hija, que están de acuerdo en todo pero que no pueden evitar gritar desde la calle al último piso: -¿Dónde irás a comprar las cosas? -No sé… Dímelo tú. -Yo les diré adónde pueden irse las dos –masculla Bissonette. El final de la secuencia es tan preciso como conciso. No se nos olvida que en este segmento interviene también el inevitable Baby LeRoy, la estrella menos que infantil de la Paramount, estudio en el que desarrolló su carrera entre los seis meses y los cuatro años. Juguete roto, como tantos que empezaron en el cine de este modo, su última aparición en la pantalla se produjo en un cortometraje dirigido por Roy Rowland en 1937 titulado Cinema Circus. En las películas de Fields —Tillie and Gus (1933), Alice in Wonderland, The Old Fashioned Way y It's a Gift—, Baby LeRoy es ese bebe monstruoso que encarna la peor pesadilla del Gran Hombre. Claro que entre las mil frases ocurrentes que se le atribuyen está aquella de que “alguien que odia a los perros y a los niños no puede ser tan malo”. 

It's a Gift (1934) 
Producción: Paramount Pictures (EEUU) 
Director: Norman Z. McLeod. Guión: Jack Cunningham. 
Argumento: W.C. Fields (como Charles Bogle), basado en la revista “The Comic Supplement” de J.P. McEvoy 
Intérpretes: W.C. Fields (Harold Bissonette), Kathleen Howard (Amelia Bissonette, su esposa), Jean Rouverol (Mildred Bissonette, su hija), Julian Madison (John Durston, el prometido de Mildred), Tom Bupp (Norman Bissonette, el hijo), Tammany Young (Everett Ricks, el dependiente), Morgan Wallace (Fitchmueller, un cliente), Charles Sellon (Mr. Muckle, el ciego), Josephine Whittell (Mrs. Dunk, una vecina), Baby LeRoy (Baby Elwood Dunk, su hijito), Diana Lewis (Miss Dunk, su hija), T. Roy Barnes (el vendedor de seguros), Spencer Charters (el vigilante de la finca), Dell Henderson (Mr. Abernathy) , Guy Usher (Harry Payne Bosterly). 
73 min. Blanco y negro.

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