23 de abril de 2011

El ilusionista Tatischeff


L'illusionniste / The illusionist (2010), Sylvain Chomet

El ilusionista, según Tati y Etaix
Jacques Tati pretendía rodar “El ilusionista” a mediados de los años cincuenta, inmediatamente después de Les vacances de M. Hulot. El guión, conservado en la Bibliothèque du Film francesa, presenta a un artista de music hall cuya estrella declinante le lleva de los teatros de variedades londinenses al continente, para terminar divirtiendo a los campesinos en las tabernas de la campiña ruritana. Allí conoce a una muchacha que realmente cree en la magia de la gallina que sale del sombrero y del pañuelo que se anuda y se desanuda solo. El encuentro hace recuperar al mago la fe en su talento y juntos conquistan la Grande Ville, una ciudad europea que bien podría ser Praga. Pero en la gran ciudad la chica conoce a un estudiante que no tiene ninguna dificultad en desvelar los trucos del mago. Juntos escapan, en tanto que el ilusionista parte hacia un nuevo destino sin su baúl.


Su experiencia en el mundo del music hall servía de humus nutricio al guión, algo más subrayadamente sentimental de lo que Tati gustaba. Se trataría, según los estudiosos, de una especie de carta de reconciliación dirigida a su hija. Sin embargo, las circunstancias le aconsejaron en aquel momento decantarse por la realización de Mon Oncle y el Óscar que recibió por ella sirvió para confirmar que su elección había sido acertada. Sin embargo, rescató la idea a finales de la década, cuando recuperó la titularidad de sus películas y volvió a las presentaciones en vivo de sus viejas pantomimas en el Olympia de París.


Deseoso de que Monsieur Hulot diluyera su protagonismo en sus propias películas, Tati pensó en ceder el papel principal de “El ilusionista” a su entonces estrecho colaborador Pierre Etaix y éste desarrollará algunas de las ideas del guión en el que colaboró -sobre todo, las escenas relacionadas con la troupe de artistas en un pequeño hotel- en Yoyo.


El ilusionista, según Chomet
A raíz del éxito de Les Triplettes de Belleville (Bienvenidos a Belleville, 2003), Sylvain Chomet crea en Edimburgo un estudio de animación: Django Films. Se anuncian entonces múltiples proyectos dirigidos o producidos por Chomet de los que el año pasado, después de varias demoras, se estrenó esta versión animada de L’illusioniste.


La acción se sitúa en las postrimerías de la década de los cincuenta con el rock’n’roll emergente como único interés de la juventud. En el teatro londinense en el que vemos por primera vez al mago Tatischeff esperando a entrar en acción, triunfan unos teddy boys que se hacen llamar Billy Boy and The Brittons. Cuando, tras múltiples bises, se abre el telón para la actuación del ilusionista, apenas quedan una abuela y su nieto en la platea.


Chomet altera las localizaciones. Dónde Tati ponía Londres, él pone París, donde Ruritania, las Hébridas, donde la Gran Ciudad, Edimburgo. El encuentro con Alice se produce en una aldea de las islas escocesas y la capital de Escocia sirve de escenario al cuerpo central de la película.


La lluvia constante, el humo y la niebla contribuyen al bello efecto fotográfico pero también a ese txirimiri de desconsuelo que traspasa toda la cinta. El payaso suicida y el ventrílocuo alcohólico, que terminará mendigando por las calles mientras su muñeco reposa en el escaparate de una tienda de empeños, tampoco invitan al optimismo. Junto a los tres acróbatas, parecen los únicos huéspedes del hotel Little Joe, próximo al teatro donde actúa Tatischeff.


Para sufragar los caprichos de Alice, el ilusionista se ve obligado a aceptar trabajos progresivamente degradantes, desde vigilante nocturno en un garaje hasta maniquí humano en el escaparate de unos grandes almacenes. El único trabajo en el que se desempeña con solvencia es uno en el que colabora con los tres trapecistas para pintar una valla publicitaria, en un gag reciclado de (o en) Parade.


Se conservan otros gags marca de la casa –la mujer que escarda un colchón en el jardín, el viento arrastra el plumón y, al mirar por la ventana, la chica cree que está nevando y enciende la chimenea; el payaso que se quita el jabón de la cara con el agua de su flor de broma…- pero el protagonismo de una caricatura de un monsieur Hulot post-Playtime —magnífica de gesto y ritmo, por otra parte— contribuye al efecto general de una profunda melancolía


La llegada a Edimburgo de los Brittons y el noviazgo de Alice supone el final de su estancia en Escocia. Antes, en una puesta en abismo, el ilusionista se ha escondido de Alice y su novio en el Cine Cameo donde se proyecta precisamente Mon oncle.


La partitura musical, firmada también por Chomet, y el hilván de escenas costumbristas –los viajes en tren, los tiempos de espera entre cajas, las fondas y los camerinos…- tampoco ayudan a proporcionar una visión más optimista, que culmina con la separación y una nota terrible que, aparte de un puñado de billetes, es lo único que Tatischeff deja a Alice. Ella se pierde con su novio en un bosque de paraguas bajo la lluvia en un final cuajado de pesimismo.


L'illusionniste / The illusionist (2010)
Producción: Pathé (FR) / Django Films (GB) / Ciné B (FR)
Director: Sylvain Chomet.
Guión: Jacques Tati. Adaptación: Sylvain Chomet.
Animación.
80 min. Panorámico. Color.

5 comentarios:

Jean Philippe dijo...

Que gusto leer esto, grande Chomet, en su Triplettes ya habia un cameo de tati, que acababa en el rio con su bicicleta... gracias por tanta info

Javi dijo...

Estimado Jean Philippe

Muchas gracias a usted por su visita. Nuestra carpa no tendría sentido sin su público entusiasta. Procuraremos mantener el nivel de programación.

Atentamente

Javier JIménez

angeluco10 dijo...

Maravilloso post.
Muchas gracias.

Sr. Feliú dijo...

Gracias a usted por su visita, don angeluco.

angeluco10 dijo...

Y tan maravilloso que vengo de ver la película y me ha parecido deliciosa.
La atmósfera de pesimismo está muy bien tratada sin llegar a la ñoñería que ya cansa.
Triste si pero encantadora a la vez.