15 de septiembre de 2009

A todo gas y otras comedias dislocadas

Million Dollar Legs (A todo gas, 1932), Edward F. Cline

¿QUÉ PODEMOS esperar de una película ambientada en Klopstokia, país dedicado a la cría de vacas y nueces, en el que todos los hombres se llaman George y todas las mujeres Ángela, cuyo presidente es el Gran Hombre por la única razón de que nadie es capaz de derrotarle a un pulso?

Unas piernas de un millón de dólares
El presidente (W.C. Fields) tiene que lidiar con la falta de liquidez de las arcas del estado y con su hija Angela (Susan Fleming) que se ha enamorado perdidamente del vendedor de cepillos norteamericano Migg Tweeny (Jack Oakie). Para financiar al país al vendedor se le ocurre organizar un equipo olímpico que compita en las Olimpiadas de Los Ángeles, cosa nada complicada porque todos los habitantes de Klopstokia tienen superpoderes.


Entretanto los ministros conspiran para arrebatarle el poder, con la complicidad de Mata Machree (Lyda Roberti), “la mujer que ningún hombre puede resistir”. Tanto es así que consigue acabar con todo el equipo olímpico de Klopstokia de una sola tacada. Cuando hacen su entrada en el estadio olímpico llevan todos muletas. Nada comparable, no obstante, al raquitismo del equipo español que hace la marcha al compás de un pasodoble y ni siquiera aparece en las puntuaciones. Pero Ángela la persigue hasta el trampolín, gana el oro en esta prueba y, de paso, hace confesar a Mata Machree su traición. Los hombres de Klopstokia se lanzan a la pista dispuestos a ganar.

En la prueba final, la de levantamiento de peso se enfrentan el Presidente y el Ministro de Finanzas (Hugh Herbert). Éste cuenta con la inspiración de Mata Machree y su danza exótica. Cuando consigue levantar 900 libras se produce uno de los gags más bestias que uno haya podido ver en el cine –previo al código Hays, por supuesto-. Los dos quedan tendidos en el suelo, con la respiración entrecortada, cogidos de la mano:
-Espero no tener que hacerlo otra vez. Estoy al límite –dice él.
-Yo también. No creo que pueda repetirlo… en público –contesta ella.

Tales despropósitos proceden de la máquina de escribir del oscarizado Joseph L. Mankiewicz —el de A
ll about Eve (Eva al desnudo, 1950) y Cleopatra (Cleopatra, 1963), sí—.

Cline mantiene el ritmo cartoonesco sin pararse en barras. Cuando el Gran Hombre acude al consejo de ministros suena una fanfarria; al instante comprobamos que es el propio Fields quien toca el bombo y la trompeta, en plan hombre orquesta. Ben Turpin es un agente doble ¡estrábico! que aparece sin ton ni son, los conjurados acceden a su refugio secreta accionando un pedal junto a una palmera que desciende y Andy Clide demuestra porqué las suyas son las “piernas del millón de dólares”.

Fields tiene ocasión de deleitarnos con su habitual rutina del sombrero y el bastón y algunas escenas de farsa de buena ley, como cuando se empeña en llamar “corazoncito” a Tweeny porque su hija le ha dicho que así es cómo lo llama ella.
-Me llamo Tweeny –protesta el vendedor.
-Para mí siempre serás “corazoncito”.

En otra ocasión el Ministro de Finanzas protesta por la ausencia de fondos. Fields aprovecha para echar un vistazo a su boca:
-Lo que me imaginaba, el país se muere de hambre y usted con muelas de oro.

El invento del profesor Henry R. Quail
No es la única comedia descabellada que Fields protagoniza en estos primeros años del sonoro. International House (Casa Internacional, 1933) es una parodia descarada de Grand Hotel (Gran Hotel, 1932) la película de MGM con el reparto de las 8 estrellas. Dirige otro Eddie: Sutherland.

Para empezar el hotel está en China y es regentado por un desquiciado Franklin Pangborn. Allí se dan cita una serie de tipos interesados en adquirir el nuevo invento del profesor Henry R. Quail (W.C. Fields), una especie de televisión. Peggy Hopkins Joyce se interpreta a sí misma una actriz caprichosa que hace imposible la vida a un celoso general ruso interpretado por el mismísimo Bela Lugosi. La guinda la ponen una estrambótica pareja de médico y enfermera encarnados por George Burns y Gracie Allen.

Las emisiones dan pie a algunas actuaciones de personajes radiofónicos como Ruddy Vallee, Baby Rose Marie o el coronel Stoopnagle and Buddy, pero sobre todo a una actuación pletórica de Cab Calloway interpretando la adictiva “Reefer Man”.

Million Dollar Legs (A todo gas, 1932)
Producción: Paramount Pictures (EEUU)
Director: Edward F. Cline.
Guión: Joseph L. Mankiewicz, Henry Myers y Nicholas T. Barrows, basado en un argumento del primero.
Intérpretes: W.C. Fields (el Presidente), Jack Oakie (Migg Tweeny), Susan Fleming (Ángela), Andy Clyde (el Mayordomo), Lyda Roberti (Mata Machree), Ben Turpin (el agente doble), Hugh Herbert (el Ministro de Finanzas), George Barbier (Mr. Baldwin), Dickie Moore (Willie, el hermanito de Ángela), Al Bridge, Heinie Conklin, Vernon Dent.
64 min. Blanco y negro.

3 comentarios:

El Abuelito dijo...

¡Ben Turpin! ¡Bela Lugosi! ¡Cab Calloway!¡Reefer man! ¡Esta carpa es inacabale depósito de prodigios!

El Abuelito dijo...

Post data: hay algún problema con la conexión de Cab Calloway... por lo menos a mí no se me abre...

Sr. Feliú dijo...

Venerable Abuelito, estimados visitantes:
Este es el enlace correcto para ver a Cab Calloway en su incendiaria rendición de "Reefer Man": http://www.youtube.com/watch?v=D44pyeEvhcQ.
Seguro que el profesor Javier lo resuelve en la propia entrada, pero entre tanto...
Y sí, el tío William Claude se codeaba con la crème de la crème.
Gracias por su comentario y su aviso, sus nietos